Algunos retos en materia de derechos de autor y sostenibilidad de nuevos modelos editoriales

La industria cultural del libro, cuyo mercado es, a escala europea, el principal del sector cultural en términos de cifras de facturación y el más antiguo dentro de la producción cultural, se enfrenta hoy a una profunda e incontestable reconversión industrial, económica y, querríamos pensar, jurídica. La potencia simbólica del objeto libro y del oficio editorial, legitimada por la contribución única de la cultura impresa a la historia occidental, parece actuar como un lastre a la hora de imaginar y llevar a cabo nuevas experiencias y modelos de negocio que favorezcan la adaptación necesaria y coherente a las nuevas realidades tecnológicas y los hábitos de consumo y acceso cultural que estas han propiciado.

En este apartado trataremos de analizar someramente algunos de los retos en materia de derechos de autor y sostenibilidad de nuevos modelos a los que se enfrenta el sector en esta incierta situación.

Para abordar el primero de los temas hemos contado con el informe Regímenes de derechos de autor y prácticas contractuales en Alemania, España y Reino Unido (concernientes a las obras de literatura general) encargado a investigadores independientes por el observatorio del libro francés MOTif. Nuestro objetivo aquí es analizar las conclusiones a las que llega el estudio a partir del estado actual de cosas en materia legislativa y contractual con el fin de elaborar discurso crítico y ciertas recomendaciones frente al tratamiento de los nuevos derechos digitales que se están fraguando en torno a la PI. Hay que aclarar que el informe, pese a ser muy prolijo y pedagógico técnicamente (impecable y útil en este sentido) se muestra en absoluto crítico con la legislación actual y sus tendencias, además de mostrarse ideológicamente en contra de los caminos propuestos en esta materia por la Cultura Libre. (La única y mínima alusión a las licencias CC se hace bajo el adjetivo de “radicales”).

Para valorar la construcción de modelos sostenibles dentro del sector editorial en la era digital hemos contado con diversos textos de investigadores gremiales y diferentes entidades que están oponiendo discurso a los modelos hegemónicos. Los desafíos a los que la promoción y legitimación de los usos de la Cultura Libre dentro del sector editorial se está enfrentando han de verse avalados por la capacidad de diálogo y propuesta de modelos alternativos de producción, distribución y gestión a las tendencias hegemónicas tanto económicas como jurídicas que marca la industria tradicional.

Veremos como esta industria esta tendiendo, como política general, a aferrarse al mantenimiento de la cadena de valor tradicional y el modelo de negocio que esta conlleva (lastrado absolutamente por los usos heredados del modelo de producción en imprenta), en un intento desesperado por traducir a lo digital los modos y usos analógicos, sin comprender que el cambio es mucho más profundo que un mero trasvase de soportes.

La producción editorial puede existir y ser sostenible a través de formas de organización productiva que no se apoyen exclusivamente en mercados tradicionales o regímenes de propiedad intelectual. Pero ante la pérdida de rumbo y los fracasos consecutivos de los modelos tradicionales tratados de insertar en el nuevo orden de cosas que propicia Internet, ¿qué nuevas estructuras de negocio esperanzadoras están surgiendo? ¿Qué peligros para el libre acceso y la libre distribución se están gestando en los anteproyectos de reforma de ley de PI?

1. Retos en materia de derechos de autor

El informe de MOTif en materia de derechos de autor lanza algunas de las siguientes conclusiones sobre aspectos a tener en cuenta para el sector:

Necesidad acuciante de autoformación en materia de PI

Para poder ir más allá de los modelos promovidos por las industrias culturales tradicionales y hegemónicas se hace imperativo partir del conocimiento de la ley vigente y de los cambios que esta precisaría en función de las necesidades de la sociedad en atención a los nuevos modos de consumir y crear cultura que el entorno digital está propiciando. El informe señala cómo esta necesidad se hace especialmente acuciante en el caso de los autores:

“Los autores quedan excluidos de las negociaciones interprofesionales y están llamativamente ausentes y poco al corriente de las cuestiones referidas a la PI, así como bastante poco al tanto del funcionamiento y evoluciones del mercado editorial. El papel de los autores dentro de las reflexiones sobre edición o el libro son mínimas, con consecuencias poco deseables para una industria en plena metamorfosis.”

En el ámbito digital y en el contexto actual de crisis financiera, la tendencia a la proliferación de pequeños sellos, ciertas experiencias innovadoras, autoedición, edición mediada o alojamiento (modelo Amazon) y a la discontinuidad y fragilidad de las relaciones entre los sellos editoriales y los autores marcan un nuevo paisaje dentro del sector, esta necesidad de formación parece incontestable. Para transformar los marcos jurídicos y favorecer nuevos modelos de distribución y acceso o hacer sostenibles los ya emergentes todos los actores de la cadena editorial deberán prestar mucha atención a los campos legislativos, así como a las relaciones y políticas económicas y contractuales que regulan la distribución de los productos culturales.

Tendencia imparable a la internacionalización del mercado

Esta tendencia contribuye actualmente a un deseo de armonización entre legislaciones nacionales con el fin de uniformizar la ley. En el informe de MOTif se aborda esta tendencia abundando sobre las acciones legislativas realizadas en este sentido y las dificultades para la uniformización de la ley europea.

“En el seno de la UE, el Consejo y el Parlamento trabajan desde hace décadas para la armonización de las respectivas leyes nacionales, con la convicción de que la implantación del mercado digital cierne sobre la economía cultural el espectro de la desterritorialización y la consiguiente liberación de las legislaciones patrias.”

El informe considera conveniente la progresiva armonización de las diferentes excepciones, cada vez más numerosas en el ámbito digital, aunque casos como el de España y su reciente aprobación del anteproyecto de Ley conocido como Sinde Wert, cuya restricción de las excepciones a la copia privada o la persecución de la ilustración en enseñanza afectan a una explotación de las obras de sentido común y necesaria para la difusión del conocimiento, además de desmentir esta tendencia hacia la armonización legislativa necesaria en cualquier proceso de internacionalización.

En lo que sí parece haber acuerdo dentro de la práctica totalidad del sector europeo es en la reclamación de procedimientos eficientes para la lucha contra las infracciones de derechos en el entorno digital. Como veremos más adelante, esta óptica entronca con la estrechez de miras de un sector que parece no ser capaz de encontrar otro tipo de soluciones económicas más allá de los modelos editoriales hegemónicos centrados en la explotación de la PI.

El informe constata también la complejidad del paisaje legislativo en materia de PI como otra de los obstáculos a esta uniformización. La convivencia de los regímenes jurídicos “Droit d’auteur” y Copyright, así como las distintas interpretaciones del derecho continental por parte de cada país, dota a la UE de un paisaje legislativo muy complejo, lo que dificulta en primer lugar la mencionada tendencia a la uniformización y en segundo lugar la imaginación y creación de alternativas y alianzas que funcionen interestatalmente. Piénsese por ejemplo, en el caso de las licencias Creative Commons, las cuales dialogan directamente con el entramado jurídico del Copyright, cuestión que no dificulta su uso en la Europa continental, donde rige el derecho de autor, pero sí resta capacidad para su legitimación jurídica y social. El estudio de MOTif considera el riesgo mayor ante la posible confusión ante esta complejidad legislativa, la radicalización de los puntos de vista dentro de un debate que busca enfrentar a editores (o explotadores de derechos) y a autores.

Habría que tratar de romper la hegemonía y la defensa cuasi unánime de un modelo de acceso y distribución restrictiva (el que genera la actual legislación en materia de Propiedad Intelectual en la UE y que se está viendo recrudecido, como en el caso de España) como el único modo posible de producir cultura.

Derechos digitales: algunos debates en curso

La reconversión a la que se está viendo sometido paulatinamente el sector desde comienzos de siglo debido a la digitalización de la industria y el consiguiente cambio en los usos de producción, distribución y consumo de productos editoriales, exige una transformación e inclusión en el ámbito legislativo de estas nuevas realidades. En el informe se abunda en la descripción de problemas técnicos que revelan de nuevo una necesidad de visión algo menos gremial y con más perspectiva de lo que implica la filosofía y el trabajo en red. En la exclusiva preocupación por dichos problemas técnicos se ponen de manifiesto las maniobras y resistencias de la industria en este sentido y sus reflejos en la legislación.

Pese a tener clara la necesidad de reubicación y redefinición de los roles de los actores y las condiciones jurídicas y económicas de la cadena del libro tradicional a la digital, el informe no recoge críticas de base al desarrollo industrial ni jurídico que esta teniendo la adaptación del sector. Las cuestiones clave que el informe presenta son:

  • “¿ha de mantenerse la explotación editorial digital en el seno de la industria editorial tradicional?
    Esta es la reflexión de mayor alcance que lanza el estudio. En efecto, dejar de pensar estrictamente en el objeto libro y pasar a pensar en producción de contenidos será una de las claves por la que ha de pasar la transformación.
    Sin embargo y pese a que no hay mejor demostración que el éxito de Amazon para constatar que esto no es imprescindible, los actores europeos consultados defienden que lo conveniente es dejar que la industria tradicional sea exclusivamente la que traduzca el nuevo paradigma con la referencia de sus hábitos analógicos. Mientras, es en su mayoría en EE UU donde los mercados paralelos están siendo desarrollados, a raíz del descontento surgido por la imposición de las condiciones económicas y jurídicas por parte de los editores tradicionales al mercado digital.
  • ¿ha de alinearse el IVA del libro digital al IVA del libro en papel?
    [Ej. En España, el libro en papel soporta el 4% de IVA mientras que el libro digital (por considerarse servicio y no producto cultural básico) soporta un 16%, cuestión que valoramos como otro intento de frenar los nuevos desarrollos.]
  • ¿ha de mantenerse el precio único del libro al mercado digital? (salvo Reino Unido, el resto de países estudiados y la gran mayoría de los estados miembros de la UE mantienen el precio fijo en ambos productos).
  • ¿los márgenes de beneficio de los autores (sujetos al cálculo del cómputo de beneficios que arroja los costes de producción en papel) deben de mantenerse en el formato digital?
  • ¿La cesión de los derechos de explotación en formato digital deben ser objeto de un contrato aparte? ¿De una adenda? ¿De artículos adicionales?
  • ¿los derechos digitales deben ser considerados como derechos primarios, anexos o derivados?”.

El estudio deja deliberadamente de lado los siguientes asuntos, por considerar que exceden al objetivo/capacidad del estudio. A saber:

– La adecuación entre legislaciones acerca de los contratos de edición y el derecho de la PI en el ámbito digital.
– La digitalización de los fondos de bibliotecas públicas puestos a disposición del público.
– “El movimiento Creative Commons” (sic)
– El intercambio de ficheros

En lo concerniente a la evolución del mercado editorial en la era digital, los derechos de la PI están siendo desarrollados y adaptados con cierto carácter de improvisación y sin rastro de actitud crítica a la ley vigente y sus futuras reformas con la consecuencia directa de que, pese al motto habitual que propugna la salvaguarda de los intereses de los creadores, las prácticas vernáculas que se van ensayando en torno al reciente y emergente desarrollo del mercado digital editorial tienden más a proteger a los explotadores de las obras: editores y distribuidores (por el momento) y al reforzamiento de la persecución al consumidor y consiguiente restricción al acceso al conocimiento. También se obvian así las posibilidades de acceso universal a la cultura (en este caso editorial: textos organizados en fondos y/o catálogos) que propicia la difusión cultural en red, sentándose las bases de todos los debates desde un punto de vista estrictamente económico y/o de la infracción jurídica.

Para promover estrategias de innovación y sostenibilidad que provoquen el empoderamiento del sector es precisa la información y divulgación de los marcos vigentes y sus posibles puntos de fuga (véase el ejemplo de las CC frente al paradigma Copyright llevado a cabo por la Fundación Creative Commons).

2. Lo que la industria tradicional puede y debe aprender de los nuevos modelos

La construcción del nuevo ecosistema editorial pasa por una transformación profunda que implique dejar de pensar en el objeto libro y los derechos de la PI como únicos fetiches productivos. La transformación digital de la industria no consiste en limitarse a digitalizar los fondos y poner un carrito de la compra en las webs: hay que empezar a pensar en lo que significa trabajar en red, con la consiguiente transformación en la producción, distribución, comercialización y consumo editorial. Sería extenso enumerar el abanico de transformaciones que se están y pueden seguirse implementando, pero destacamos algunos aspectos que nos parecen fundamentales:

Los cambios en la concepción de la cadena de valor: de la cadena lineal al trabajo en red

Seguir pensando en términos de cadena lineal del libro cuando ante lo que estamos es ante un nuevo mapa con formas muchos más permeables, discontinuas y multiformes con flexibilidad para el intercambio e roles, empobrece mucho el enfoque. Esta nueva relación de interdependencia ha de contemplar al lector o consumidor cultural y a otros miembros no comerciales del ecosistema, contemplados hasta ahora como meros receptáculos pasivos de los productos editoriales. Consideramos también importante la agencia de poder por parte del consumidor cultural.

Ejemplos de experiencias que están cuestionando el sentido tradicional de la cadena del libro serían: bibliotecas on line libres, prescriptores, redes sociales especializadas como Goodreads, plataformas y herramientas de autoedición como Cream, Oyster, Lulu o Bubok, diferentes plataformas de crowdfunding que están alojando e impulsando proyectos editoriales, servicios de lectura on line como 24symbols (una suerte de Spotify de los libros), asociaciones de profesionales y lectores como la francesa Les 451, empresas políticas que utilizan el libro como pretexto para una estrategia de formación política y acción social y emplean la red como espacio donde liberar sus libros, como la española Traficantes de Sueños, editoriales que optan por subvertir los márgenes de beneficio tradicionales como Sigue Leyendo o Caramba Cómics, cooperativas editoriales con décadas de historia como la italiana Elèuthera, servicios de aplicaciones/herramientas para lectura on line, nodos de editoras afines como Contrabandos, sellos que diversifican sus servicios para cubrir diferentes demandas de autores/libreros/lectores como la británica Pluto Press, comunidades científicas que apuestan por alterar la métrica tradicional liberando sus documentos, librerías on line especializadas, comunidades que generan fan fiction y producen valor con sus obras derivadas, etc…

Vemos así como la cadena editorial está mutando en su forma de organización, pasando de cadena inflexible de actores correlativos a espacio en red donde los diferentes actores presentan relaciones de interdependencias nuevas y complejas. Por ejemplo, el proyecto Traficantes de Sueños, que aglutina a su vez librería, editorial y distribuidora, funciona como referente al representar una apuesta y demostración de posibilidad contra esa “certeza” naturalizada de que no es posible la producción cultural permitiendo la copia y descarga libre y ser un proyecto productivo de una economía social y alternativa.

Es importante pensar en modelos híbridos y cruzados entre lo analógico y lo digital. Romper la correlación y la compartimentación profesional e incluir a los actores no comerciales en los procesos productivos de valor y riqueza. Dejar de ver a la red como una enemiga sino como una aliada que se ha alzado con el rol de gran mediadora entre productos y consumidores que antes detentaban en exclusiva las editoriales. El éxito de las experiencias editoriales vendrá mediatizado por la capacidad de dialogar en red y de crear comunidades vivas. Esa es la fuerza principal que podemos oponer a la verdadera transformación del escenario orquestado por las grandes operadoras como Apple, Google o Amazon quienes están copando un mercado incipiente hasta casi llevar las reglas del juego a un monopolio de facto.

Descentralizar el objeto físico libro (texto) de la organización productiva

Nuevos modelos de negocio editoriales están dando buena cuenta de esta descentralización, con más o menos perspectiva política y más o menos suerte, pero están arriesgando y abandonando las reglas de juego basadas exclusivamente en el libro y los derechos de PI que el mercado tradicional plantea.

Experiencias y proyectos editoriales ya en marcha donde la producción/comercialización del libro es un punto más del ecosistema, empresas donde el libro es visto y creado como comienzo y no como fin, como pretexto de algo mayor o que implica a más gente y no solamente como texto-producto a colocar nos ayudan a imaginar este nuevo escenario. Si pensamos en el libro no como producto sino como servicio interdependiente de otros muchos otros servicios anexos a su contenido podremos entender experiencias como O’Reilly o Traficantes de Sueños sean sostenibles a día de hoy. Estas empresas y proyectos están pensando, produciendo, difundiendo, comunicando, distribuyendo ya de entrada desde el escenario digital y con todas las posibilidades que éste ofrece a la libre difusión del conocimiento y de las obras liberadas.

La Cultura Libre editorial podrá así ser capaz de generar sistemas que abarquen todas las funciones de la antigua cadena de valor, presentando a su vez una gran paradoja comercial e inicial en el centro: libros liberados. Si se liberan los libros como punto de partida, el objetivo se centra en generar entonces economía en torno a esos libros liberados. Ítem fundamental de estas propuestas, en ambos espacios, digital y físico: la comunidad, la cual ocupa ahora el lugar central de la red. El lector deja de ser mero receptor de un productor para pasar a ser paulatinamente conversador colectivo (comunidad) y activo dentro de una experiencia editorial.

Las vías de financiación que están promoviendo sostenibilidad en estas experiencias son diversas e innovadoras. Como objetivo fundamental, se busca una sostenibilidad económica de los proyectos, que se plantean siempre como escalables, y dentro de ello, la posibilidad de autoempleo de sus agentes. Para ello, alguno de los medios habituales con los que se cuenta son: campaña de socios, modelo de suscripción (promueve servicios freemium), donaciones puntuales y/o regulares, microcréditos de la red de afinidad al proyecto, bonos de apoyo, venta de ejemplares físicos, venta de otros productos (desde camisetas a e-readers), creación de alianzas con otros agentes pero no solo desde el punto de vista de la promoción comercial, sino buscando y fomentando la capacidad de compartir recursos, transparencia, confianza, etc., promoviéndose intercambios recíprocos con esos proyectos afines y con otros cercanos, se cuidan las redes en las que se mueven los proyectos, donde se definen protocolos y normas que permitan la viabilidad, el concepto de sostenibilidad se entiende de un modo ampliado y compartido: en la medida que los proyectos amigos/afines son sostenibles, parte de la red implicada nuestro de afinidad lo serán. Se fomenta asimismo la participación de la comunidad (integrar la escritura dentro de la lectura). Se promueve un consumo cultural activista/concienciado y se innova en prácticas digitales libres, más allá de entender como “liberar” un libro el hecho de poner una licencia CC BY NC ND en la versión papel sin versión digital disponible en red. De este modo, se genera desde la práctica alfabetización alrededor del trabajo en red y la Cultura Libre para todos los agentes implicados con el fin de desbrozar la siempre polémica confusión en torno al término Libre: Libre no es gratuito.

Buscar y reforzar alianzas nacionales y transnacionales que opongan discurso y acciones que cuestionen las inercias hegemónicas

Iniciativas como las del asociacionismo de libreros independientes Les 451 y su reclamo y logro de las medidas proteccionistas al sector por parte del gobierno francés frente al dumping de Amazon demuestran como cualquier alianza nacional y por ende transnacional sería favorable y productiva en la necesaria demanda de políticas específicas de apoyo a la reconversión industrial editorial y a la adaptación legislativa más allá de las medidas criminalizadoras de los nuevos hábitos de intercambio y consumo culturales en red.

GIL Y RODRÍGUEZ, El Paradigma digital y sostenible del libro, Trama Editorial, 2011
FCF-Xnet, Modelos sostenibles para la creatividad en la era digital, 2010
Manifiesto ODEI (Osservatorio degli Editori Indipendenti), 2012
Cultura Libre Editorial, ¿modelos sostenibles?, Bookcamping, Revista Teknokultura, 2012
Informe MOTif